POPURRÍ

Si el cliente no va a la barra, la barra se pone rueditas

El carro de bar tiene cuatro ruedas y dos superficies rectangulares de apoyo paralelas al piso y distantes entre sí. Para ser trasladado se empuja sosteniéndolo con dos manos de una baranda ubicada ligeramente por encima de uno de sus lados más cortos.


La honestidad de les niñes

No la que se suele mencionar idílicamente. Sino esa transparencia tan absoluta que hace que por ejemplo, cuando a la abuela alguien le vaya a servir vino durante un almuerzo familiar y ella diga que no, gracias, porque ella no bebe, vos con voz muy aguda digas que cómo que no bebe si cuando mamá y papá duermen la siesta ella toma del pico de esa botella, mientras señalás una de White Horse que está en el carro de las bebidas. Así, a tus 5 años, arruinaste por primera vez un encuentro familiar.

En mi casa, como en la de muchas familias de clase media aspiracional había un juego de comedor y un carro de bebidas que vaya uno a saber a dónde fue a parar. Combinaba muy bien con las mesas vestidas (que eran un carretel de soga, imagino, cubiertas con distintas telas) sobre las que aparentemente era muy importante que hubiese un juego de patos extendiendo su cuello hacia abajo y unas lechuzas mirando hacia la ventana, porque sino dan mala suerte.

Ese carro llegó a mi casa, igual que como llegó a muchas otras. Por derramación o por aspiración.


Empezó sobrio

Los carros de bar fueron inventados en Inglaterra durante la era victoriana, que, por si vos tampoco sabías, va desde 1837 hasta principios de 1900. Estaban pensados para el servicio de té en la salas de esparcimiento que ocupaban las mujeres de clase alta cuyo rol era amar a su esposo y comandar al personal de servicio de la casa que se ocupaba de tareas que ellas no podían llevar a cabo porque tenían puesto un miriñaque. O capaz la lógica sea al revés: instituir para algunas mujeres miriñaques y calzados que hagan imposible realizar tareas físicas. Así es que las actividades de esparcimiento eran todas pasivas en términos físicos e intelectuales (porque el rol de la mujer era acompañar): mucho bordado, mucha costura, mucha cosa que podés hacer sentada en un sillón con un par de amichas y servidumbre a la orden.

Cuenta Bill Bryson en “En casa: breve historia de la vida privada” que en lo que respectaba a la gastronomía doméstica durante esta época, se dio un paso de la búsqueda por el sabor al interés por la temperatura. Las distancias entre las zonas de servicio y las de consumo en los palacios era tan grandes, que los carros se transformaron una herramienta clave para recorrer más rápidamente las distancias larguísimas que separaban las cocinas de los comedores. En Audley End, un palacio precioso en Essex (al que nunca fui, pero cuyas fotos vi en la pantalla de la computadora desde Sierra de la Ventana), por ejemplo, la distancia entre la cocina y el comedor era de casi dos cuadras. Y el té tenía que ser servido a casi 90 grados. Así que el servicio se hacía directamente desde el carro, que se transformó en una mesa de servicio con ruedas. 

Luego se embotelló

El tránsito de carro para té en palacios victorianos a carro de bebidas alcohólicas en salas de estar de casas parece haber empezado en Estados Unidos. Hay quienes dicen que durante la Prohibición (que fue desde 1920 a 1933) a falta de barras de bares, aparecieron carros en los hogares. Otras versiones dan cuenta de que recién cuando se pudo volver a comercializar bebidas alcohólicas en Estados Unidos se empezó a adoptar la costumbre de tener uno con botellas, copas, y demás utensilios. De hecho, hay una escena icónica en blanco y negro en The Awful Truth en la que aparecen Cary Grant e Irene Dunn sirviendo Egg Nogg desde un carro precioso con un punch bowl y por algún extraño motivo: vasos de trago largo.

Aún así, convengamos que la primera mitad del siglo XX fue super convulsionada en términos bélicos, económicos y sociales, así que tener un carro con bebidas alcohólicas fue un ítem de lujo hasta los ’50 aproximadamente. Ahí empezó a ser omnipresente en programas de televisión y películas.


La belleza es un capricho

El carro de bar se consolidó en el siglo XX como un objeto digno de ser pensado, embellecido y mostrado. Como tal fue interpretado por distintas escuelas de diseño. Seleccioné algunos caprichosamente, pero comparto el lugar por donde anduve buscando y te advierto que salís 3 horas después.

Marcel Breuer fue uno de los diseñadores más reconocidos del movimiento Bauhaus. Uno de sus trabajos más famosos y luego replicados fue el sillón Wassilly, cuyo modelo en verdad se llama “B3”. Su versión del carro de té se llama B54: 

Mathieu Matégot es el diseñador de -entre otros objetos- el  ‘Demon’ Trolley, que es el carro de la izquierda y  de los otros objetos de la derecha son parte los diseños para exterior que hizo en la década del ’50.

El duo de Antonio Citterio y Glen Oliver Löw diseñó el carro “Gastell” para la firma italiana Kartell especializada en muebles de plástico de lujo en la década del ’80. Es el mismo estudio que creó el revistero de la derecha, que además de servir para organizar y mostrar revistas, sirve como guardería para migas y pelusas.

Sigue rodando

Pasamos unas décadas en las que solo las salas de estar demodé contaban con un carro de bebidas, o bien, que los carros se habían convertido en mesas para televisores hasta que volvió. Lo hizo, igual que la primera vez, a través de la pantalla: Mad Men trajo de vuelta el Old Fashioned y el aspiracional de los carros de bebidas.

Inception

En el Connaught bar de Londres hay una barra, porque es un bar y un carro de martinis, porque es un bar de gente que entendió que a las personas que están en las mesas también les gusta ver cómo se preparan tragos y -sobre todo- ser vistas cuando piden cócteles sofisticados. 

Si el cliente no va a la barra, la barra va a la mesa del cliente o a su living y se deja sacar fotos y etiquetar en Instagram.


Lo que acabás de leer es la culminación de una serie de especiales para aquellas personas que apoyan económicamente Chicas Barra. Escribí 8 correos sobre distintas piezas de vajilla y la cerré con este texto, que no es sobre una pieza de vajilla pero que entra dentro de mi categoría mental “historia de objetos que tienen que ver con los bares”

Los newsletters de esta serie fueron sobre la copa martini, el julep cup, el vaso de shot, entre otros. Estos correos salen los jueves y no importa cuándo empieces a aportar, vas a recibir desde el primero, a razón de uno por semana.

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