OTRAS BEBIDAS

Etiquetado de alimentos y bebidas ¿Qué tienen adentro tus botellas?

La semana pasada me saltié la parte de escribir nada más. No es que vacacioné: dicté un taller sobre macerados, me enfoqué en dormir, leer ficción y en seguir un tema que me interesa mucho que es le proyecto de ley de etiquetado frontal de alimentos que se estuvo votando en comisiones en el Senado.

¿Se puede ser senadora e influencer?

Esos debates duran mil horas y durante esas mil horas hablan especialistas convocados por los ministerios y secretarías involucrados (comercio, producción y salud en este caso), funcionaries implicades de alguna manera y senadores. Es la misma dinámica que vimos cuando se trató la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2018. 

Para abonar mis cuestionamientos sobre la validez de la idea  de representatividad, hizo su gracia la senadora por Tucumán Elías de Pérez:

Okey, no es ni a palos lo vergonzoso que fue su aporte durante el debate de la ley de legalización del aborto. Si necesitás lavantar un poco este día lunes te dejo el vídeo (es ese de “no está bien, está mal”) para que rememores el momento y te sumes a pensar que capaz habría que bajar la edad de jubilación para algunos cargos.

Que algo sea natural no significa más que eso, de hecho el veneno de yarará también es natural y te hace daño, por poner un ejemplo simple. Si bien no quisiera desaprovechar la chance de poner en evidencia que los recintos están llenos de personas poco capacitadas, tampoco puedo pasar por alto que esta senadora representa a una provincia para la que la producción de azúcar es clave en términos económicos. Sólo espero que esto no se trate de que pegó canje con Ledesma y que haya trabajado durante su gestión para mejorar las condiciones de las personas que trabajan en ingenios y fábricas. 

A lo concreto: qué ondis el proyecto

Me re costó conseguirlo. Hay muchísimas notas al respecto, pero llegar documento que quedó, requirió verdaderas herramientas de periodismo de investigación: pedir ayuda en un tuit.

Está aprobado por las comisiones y ahora le toca pasar por el Congreso de la Nación. Es decir, ser aprobado en Cámara de Diputades (a la mayoría de la gente que detenta ese cargo no le gustaría esa “e”) y en Cámara de Senadores. 

Esto es un remil avance (aunque paciencia, porque sabemos que la ley no está hasta que no sale en el boletín oficial). Guido Padín en esta nota super completa de Revista InterNos explica que ya se habían presentado 13 proyectos de ley para darle claridad a la composición de los productos alimenticios a través de un sistema de etiquetado que colabore a -entre otros- bajar los niveles de sobrepeso y obesidad. 

Se eligió el mismo sistema que mostró más efectividad en Chile, país pionero en  el etiquetado de advertencia sobre la presencia de nutrientes críticos. Además de limitar la publicidad de comida chatarra, a la que eligen no llamar “alimentos”, haciendo especial énfasis en productos orientados a niñes.

¿Hacia dónde se dirige esto?

Quizás te estés preguntando qué tiene que ver esto con Chicas Barra y sobre qué se supone que se va a tratar este correo que empezó comentando un proyecto de ley. Bueno, en los últimos -algo así como- 5 años parte de la población empezó a tomar conciencia acerca de la necesidad de informarse respecto de los productos que ingiere.

Me parece que el decálogo de Michael Pollan con consejos para una alimentación saludable fueron un gran puntapié principalmente porque son muy claros y te llevan a formar criterios, más que a cumplir dietas. Por ejemplo, que trates de evitar comida que tu abuela no reconocería como tal, es más claro que un Milk Punch de los de ahora.

Una de las frases más repetidas al respecto ha sido “leé las etiquetas”. Además de que amo a Paulina porque es graciosa, abortera, políticamente incorrecta por momentos; la amo porque hace un laburo didáctico increíble. En este vídeo , por ejemplo, te enseña a qué prestarle atención y a qué no en etiquetas de productos del super.

Es un recurso que está buenísimo, pero que llena el hueco que está dejando el estado en términos de regulación sobre el tema. A ese espacio, la industria alimenticia lo rellenó con marketing, jarabe de maíz de alta fructosa, aditivos, pseudoqueso derretido y el equivalente actual a teletubbies en los envoltorios. 


Ahora bien, ¿qué onda con las etiquetas de bebidas? 

A las bebidas sin alcohol -de aprobarse la ley y en los plazos que establece- les va a tocar tener un octógono en el envase si pasan los niveles de nutrientes críticos que establece la Organización Panamericana de la Salud. Si tiene mucha azúcar, mucho sodio, muchas grasas saturadas o si la cantidad de calorías por porción es obscena y de poca calidad, va a tener divisa punzó.

Posta los estándares son una remil paja, muy difíciles al menos para mí. Ponerme a hacer reglas de tres simples envase en mano en la góndola del supermercado es básicamente que me ganen por cansancio. Otro punto a favor del proyecto ahí. De igual manera en el párrafo anterior podés entrar a verlos si te interesa ahondar en el tema.

El proyecto de ley no legisla(ría) sobre las bebidas con alcohol. Seguiría vigente lo que aparece en el Código Alimentario Argentino, en donde nunca me cansaré de decir que está escrito “gengibre” y que la info es muy confusa. 


Los listados de ingredientes de las bebidas alcohólicas

Bueno, no son de lo más detalladas que existen. Estuve mirando varias de botellas que tengo en casa y paso a mostrarte algunos ejemplos de productos. Aclaro que seleccioné únicamente bebidas que son producidas en Argentina o importadas y comercializadas acá, nada de Duty Free, porque ahí la cosa cambia.

Ron oscuro: ron, colorante (INS 150B).

Gin London Dry: agua desmineralizada, alcohol neutro destilado, hierbas.

Amaro 1: agua desmineralizada, azúcar extracto natural de hierbas 69%, vol, alcohol neutro de orígen agrícola 96% vol., colorantes: azorrubina (INS 22), tartazina (INS 102), azul brillante (INS 133).

Vodka saborizado (bebida alcohólica mixta con sabor a frambuesa):vodka, agua desmineralizada, azúcar y aromatizantes.

Amaro 2: agua, alcohol, azúcar/JMAF, extracto de hierbas aromáticas, colorante caramelo.

Licor 1 (licor fino la cherry brandy): agua desmineralizada, azúcares, alcohol de cereales, maceración de cerezas, brandy importado, ARO, ACI INS330, COL INS 163i, caramelo e INS 129.

¿Qué se le puede agregar a una bebida alcohólica?

Acá estoy dejando afuera a las fermentadas (vino y cerveza, principalmente). Además de los ingredientes que la definen y que fuguran en el Capítulo XIV del Código Alimentario, se le pueden sumar una serie de aditivos. Léase “cualquier substancia o mezcla de substancias que directa o indirectamente modifiquen las características físicas, químicas o biológicas de un alimento, a los efectos de su mejoramiento, preservación, o estabilización”.

Son muchas opciones: acidulzantes, saborizantes, aromatizantes, antioxidantes, colorantes, emulsionantes, reguladores de acidez, espumantes, algo que se llama “secuestrantes” y me suena al clan Puccio, entre otros.

La cosa es que no le podés poner cualquier aditivo a cualquier bebida, y tiene sentido. Esto sería por ejemplo, que no está permitido agregarle Clorofila Cúprica a un ron para que te quede verde, porque por definición del código no debe ser verde, el colorante que le podés agregar es únicamente caramelo.


Disculpas por la improlijidad

Hemos visto antes correos de Chicas Barra con tablitas más lindas que estas. Te dejo unas capturas de pantalla de los colorantes permitidos para su uso en bebidas en Argentina y el Mercosur. Como para que te des una idea.

Viene del final de este capítulo del Código Alimentario.

Esta es la info para aperitivos de más de 15% de alcohol:

¿Y qué onda si tengo alguna alergia o intolerancia?

Bueno, Ezeiza puede ser un buen punto de partida.

Una amiga la semana pasada me mostró los resultados de sus análisis sobre alergias e intolerancias alimenticias y fue un baldazo de agua fría ver que muchísimas cosas de la lista eran colorantes. 

Hay una serie de directrices de rotulado de alérgenos (así se le dice a sustancias que suelen producir reacciones adversas en algunas personas)  que no aplica a las bebidas alcohólicas fuera de vinos y cervezas. Posta.

Sólo aplica a alimentos y si te fijás en la letra pequeña, algunas etiquetas dicen cosas tipo “puede contener trazas de avena” y te resulta rarísimo porque es una lata de atún, pero bueno, andá a saber qué más se produce en esa fábrica o qué onda los proveedores.

El ejemplo más simple que se me ocurre es: ¿Cuántas veces te preguntaron si alguna bebida era apta para celíacos y te quedaste tecleando? Bueno, los fabricantes no están obligados a certificar sus productos como libres de gluten y aunque une pueda pensar que un aperitivo no tiene por qué tener gluten, si sus proveedores trabajan con gluten, el riesgo está.


¿Al final de qué se trataba este correo?

No estoy ni a palos demonizando los colorantes, ni los aditivoss. Sólo me parece importante que así como hacemos énfasis en la importancia de leer las etiquetas de los productos alimenticios, empecemos a hacer lo propio con las bebidas alcohólicas que consumimos y comencemos a pensar qué información debería estar y no está, y también cuál debería estar más visible.

Parece re gorra esto, pero está bueno recordar que cuando éramos -no tan- peques se publicitaba tabaco en eventos deportivos como si nada. También puede ser un buen ejercicio pensar sobre qué nos produce eso a la luz de la info que hoy tenemos.

En el Reino Unido la legislación de bebidas alcohólicas tiene que expresar info clara acerca de cuánto alcohol tiene, pero principalmente cuánto cuenta como una unidad de alcohol de esa bebida en particular y cuál es el consumo máximo semanal aconsejado por el Ministerio de Salud.

Por último, pero no menos importante, estaría bueno saber cuánto azúcar tiene lo que bebemos, ¿no? Debería no hacer falta ir a leer el capítulo XIV del Código Alimentario Argentino para ver cuál sería el peor escenario, o sea, el máximo permitido por litro para esa categoría de bebidas como para tener noción de qué le estoy metiendo a mi cuerpo (aparte de ritmo).

El punto es que como consumidores podamos tomar decisiones informadas acerca de nuestros consumos, y que informarnos no sea una carrera de obstáculos. En el caso de las personas que trabajamos en hospitalidad, no podemos hacer la vista gorda acerca del consumo de sustancias que afectan la salud de las personas, aún cuando su consumo nos genera lucro. 

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